Recomendaciones para mejorar las defensas de tu hijo

Abr 27, 2020

Bebé ·

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El frío ya llegó para quedarse por varios meses más. Con la llegada del invierno comienzan los resfriados y enfermedades respiratorias que debemos manejar con cuidado, especialmente en esta época del nuevo Coronavirus. ¿Qué esfuerzos paliativos podemos introducir en nuestra vida para cuidar la salud de nuestro hijos? Aquí algunas recomendaciones.

Enfermedades en los menores

Las enfermedades más comunes asociadas al frío afectan a las vías respiratorias y pueden ser gripes, resfriados, bronquitis, faringitis o, hasta, neumonía. Los niños son especialmente vulnerables y más propensos a contraer ciertas enfermedades en comparación con los adultos, ya que su sistema inmunológico tiene menor capacidad defensiva.

En cuanto a los bebés de pocas semanas, el mejor “remedio” es la lactancia materna: gracias a las defensas que esta alimentación les entrega, se mantienen bastante protegidos. La mayoría de enfermedades que ocurren en recién nacidos están relacionadas a la adaptación del nuevo entorno, como dolencias del sistema respiratorio, cardiovascular o digestivo.

En invierno, el frío provoca que las barreras naturales de la nariz pierdan eficacia, pero en muchas casos el frío en sí mismo no es el culpable de que los niños se enfermen: los cambios bruscos de temperatura, el aumento de circulación de virus en el aire debido a la lluvia y la contaminación en la casa por falta de ventilación son causas importantes en el aumento de enfermedades.

Mientras los niños van creciendo, las defensas van disminuyendo pues empiezan a entrar en contacto con más gérmenes. Según los médicos, enfermarse es un requisito previo para la salud a largo plazo. Mientras les ayudemos a que mantengan un sistema inmune sostenible y saludable durante su desarrollo, serán más capaces de superar las enfermedades. 

No olvidar de vacunarlos contra la Influenza si así lo considera su pediatra (no se debe usar en niños menores a los 6 meses de edad).

Cómo subir sus defensas de forma natural

  • Dieta alimenticia balanceada: intenta que tu hijo lleve una alimentación equilibrada y nutritiva. Debe contener hidratos de carbono (pan, pasta, papas, arroz…), proteínas (legumbres, carnes, pescados, huevo, jamón…) y grasas saludables, ojalá diariamente. Los probióticos también se han establecido como un alimento muy efectivo para prevenir ciertas patologías como la diarrea y cuadros respiratorios. La higiene en el proceso de elaboración de los alimentos también es un asunto clave para mantenerlos libres de bacterias y toxinas. Limpia bien las frutas y verduras, por ejemplo, y lávate bien las manos antes de cocinar.
  • Buenas noches: el sueño de los niños debe ser profundo y seguido para que sus funciones se desarrollen con normalidad. Es una función evolutiva fundamental para su crecimiento, un evento fisiológico de gran importancia, también para su memoria y aprendizaje.
  • Movimiento: debes ayudar a que tu hijo no sea sedentario e incentivarlo a que realice actividades deportivas o recreativas para fortalecer sus defensas, ya que ayuda a eliminar bacterias de sus vías respiratorias.
  • Aire libre: el contacto con la naturaleza, exposición a la luz solar y respirar aire limpio es clave para mantener un estilo de vida sano. Además, este tipo de actividades aumentan su seguridad y tranquilidad: los niños más estresados tienden a enfermarse más.
  • Tomar leche materna: como mencionamos, éste es el único alimento con el que los bebés reciben directamente células inmunitarias, las cuales se adaptan al entorno directo del bebé.
  • No fumar en casa: si los adultos de la casa fuman que lo hagan afuera y lejos de los niños para que estos no “fumen” pasivamente y se dañen sus pulmones.
  • Abrigarse de manera adecuada: los cambios de temperatura bruscos son un factor importante a la hora de generar enfermedades. Abrigar de forma exagerada puede ser contraproducente, ya que un exceso de ropa les impide regular su temperatura corporal con la del ambiente y puede hacerlos transpirar demasiado. 

Lo fundamental es proteger bien la nariz y la boca al estar en un ambiente frío, ventilar bien los espacios y mantener la casa templada (no excederse con el calor) para así evitar grandes cambios de temperatura al salir.

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