¿Sabías que las emociones se sienten en el cuerpo? ¿Y que aprender a sentirlas es el primer paso para poder regularlas?
El mindfulness o meditación es una herramienta de desarrollo emocional imperdible para los niños. Consiste en trabajar la conciencia plena. Estar en el presente, en el aquí y en el ahora. Imagina crecer aceptando tus emociones, permitiéndote sentirlas y observarlas con curiosidad, sabiendo que tú no eres tus emociones, sino que son respuestas a un estímulo o estados que cambian y que puedes calmar.
Hace 3 años empecé a estudiar y enseñar mindfulness. En un principio, como muchos, pensaba que era para relajarnos, para entrar en un estado “zen” donde -por fin- dejaríamos de sentir emociones difíciles. Pero en la práctica no es eso en absoluto. Meditamos para llevar nuestra atención al cuerpo, para aprender a sentir.
Al practicar mindfulness en primer lugar he visto un efecto en mí misma. Fue inesperado. Estaba en la búsqueda de una herramienta o modelo que me permitiera apoyar mejor a mis estudiantes en su regulación emocional y no me esperaba que la primera beneficiada fuera yo misma. No se da lo que no se tiene. La única manera de trabajar mindfulness con los niños es hacerlo también con uno mismo.
¿Por qué practicarlo?
Lo único real que tenemos no es el futuro ni el presente, sino que el aquí y el ahora. Pero solemos estar orientados hacia el pasado y/o el futuro, de ahí se dice que vienen la ansiedad y la depresión.
¿Por qué desarrollarlo desde edades tempranas?
Porque es una práctica de desarrollo socioemocional y ese desarrollo parte desde que nacemos. Además es una habilidad, entonces entre antes se parta es mejor. Si de chico aprendo a regular mis emociones y comportamiento a través de la respiración, cuando tenga 15 años, voy a tener 15 años de práctica en esa habilidad.
Aún así, nunca es tarde, el cerebro es tremendamente permeable. Hay evidencia neurocientífica que demuestra que el cerebro puede cambiar a través de la meditación. Baja el cortisol y hace que estemos más dispuestos a hacer reflexiones más tranquilas.
Resultados en mis alumnos/as
En algunos he visto cambios a mediano/corto plazo y en otros a largo plazo. He visto niños que están más dispuestos a sentir y logran identificar mejor y más rápido lo que les está pasando.
Lamentablemente hoy vemos niños muy reactivos, con pataletas, pero lo que les está pasando de fondo es otra razón que ellos no logran identificar. Hay niños que llegan a clases y se enojan por todo, se sientan en su puesto y hacen show. La colación se les cae al suelo y no hay nada que los consuele. Son situaciones donde están desproporcionadamente reactivos. Y con mindfulness veo que los niños son capaces de parar antes de reaccionar. Al yo permitirme sentir una emoción, la emoción se calma, porque puedo identificarla. ¿A quién no le ha pasado que le dicen cálmate y la emoción sube 5 cambios?
Cuando empecé a validar las emociones de los niños, los niños dejaron de explotarme. Porque al yo validarlos les estaba mostrando que ellos podían validar sus emociones y que esto no era una lucha de poder profesor-estudiante frente a una emoción, sino que yo apuntaba a ciertas acciones que son sanas o no para los niños, más que juzgar lo que estaban sintiendo.
Meditar no es solo respirar
Muchas veces le tenemos miedo al mindfulness porque no lo vivimos en nuestro día a día. Consideramos que es solo hacer meditaciones. Y en ese sentido es importante que entendamos que no es necesario tomarse todos los días 20 minutos para meditar. Tiene principios detrás que se practican a través de la conciencia en el presente. Puedo meditar en 3 segundos: cuando estoy esperando la luz verde, en el ascensor, en la micro camino a algún lugar. Simplemente hacer el ejercicio de estar consciente en el aquí y en el ahora y de sentir el cuerpo.
Las meditaciones formales ayudan, son importantes, pero yo diría que el 95% de las que yo hago en mi vida son en la contingencia, en movimiento, cuando estoy en la ducha, cuando espero que salte el pan en el tostador, sentir la planta de mis pies cuando voy caminando. Eso hizo que mi ansiedad bajara un montón.
En la sala de clases hay muchos niños/as que nunca van a cerrar los ojos, pero que terminado el semestre o el año dicen que aman las clases donde hacíamos mindfulness. Porque conectan con los principios. A todos los niños y adultos les sirve. Es inteligencia emocional. Es ciencia.
Josefina Jordán
Encargada del área de formación del Colegio CREE Cerro Navia y profesora de la asignatura de valores del mismo establecimiento.