Antes de los ‘90 no era común escuchar la palabra apego. Hoy es entendida, respetada y buscada por todos los que se relacionan con un recién nacido. Aunque se ha avanzado muchísimo en cuanto al conocimiento del apego, siguen existiendo mitos.
¿Qué es el apego?
Desde el mundo de la psicología, el apego es entendido como el vínculo emocional primario y bidireccional entre un recién nacido y su cuidador principal. Es un vínculo innato que asegura la supervivencia y deja huellas por el resto de la vida.
Vamos de a poco. Cuando sientes apego por algo/alguien, ¿qué sientes? Esa necesidad de protección, cuidado o amor puede entenderse como el vínculo emocional primario. Es una unión difícil de explicar, pero que nace desde lo profundo y se puede expresar como “amor” y sentimiento de protección hacia otro.
Pero no siempre se siente como un amor romántico o idealizado. Es una conexión biológica, innata y primaria de los seres vivos. Asegura nuestra supervivencia: que un bebé sea alimentado y cuidado. Y también moldea nuestra forma de relacionarnos e influye en el patrón de interacción social que desarrollaremos en el resto de nuestra vida.
Pero no es tan simple como solo sentir amor hacia otro. Al ser una relación bidireccional, debe ser percibido por dos personas.
¿Cómo genero un vínculo con mi hijo/a?
Ruth Feldman, directora del Centro de Neurociencia Social de Desarrollo de Herzliya, realizó una investigación para comprender la biología detrás de este amor. Llegó a la conclusión de que la hormona relacionada con ese sentimiento es la oxitocina.
Los niveles de esta hormona se elevan de forma natural durante el embarazo, el parto y la lactancia, enviando a nuestro cerebro una señal de recompensa inmediata (sensación de placer), por lo que la madre busca biológicamente repetir esa experiencia, acercándose de forma natural a su hijo/a.
Lo revolucionario de su investigación fue que evidenció que el contacto físico y la dedicación de cuidado, elevaban los niveles de oxitocina de igual forma que los elementos anteriores. Cuanto más tiempo pasas con el bebé y participas de sus cuidados diarios, más oxitocina se liberará en tu sistema y más apego sentirás.
¿Qué necesita un bebe para percibir una relación de apego segura?
“Si no das leche materna, afectará al apego”. “Cuando nació lo pusieron en mi pecho así que ya hicimos el apego”. Estos son algunos de los mitos que seguimos escuchando. ¿Existen factores que fomentan la liberación de oxitocina? Sí, la lactancia y el parto son algunos. ¿Es la única forma de generar apego? No.
Podemos ser padres y madres cariñosos, que demos leche materna, que atendamos todas sus necesidades básicas, pero aún así nuestro bebé puede que no nos perciba como un cuidador seguro. La calidad de este vínculo es lo que marcará la diferencia en su forma de relacionarse a futuro y en su percepción de sí mismo/a.
Para que la calidad de este vínculo sea apropiada se necesita prestar atención a dos aspectos:
– Satisfacción de sus necesidades básicas como comer, dormir, limpiarlo, entregarle momentos de placer y amor.
– Necesita percibir seguridad. Seguridad en su entorno y seguridad de que, pase lo que pase, su cuidador/a estará ahí para ayudarlo/a a entender, regular y explorar el mundo que lo/a rodea y su propia experiencia de vida.
Como madre, puedo confirmar que cuando mi bebé me mira y muestra su primera risa o carcajada, mi necesidad de cuidarlo, protegerlo y quererlo se potencia al máximo. Y también puedo reconocer que cuando llevo varios días sin dormir, y horas intentando que se duerma o que coma y él solo desobedece o hace pataletas, mis hormonas del “amor” renuncian y ya no están disponibles en mi cerebro.
Es precisamente en esos momentos donde debo entregar seguridad a mi hijo, cuando se encuentre desregulado, irritado, cansado, percibiendo caos en un mundo que desconoce. Es ahí cuando yo como cuidadora debo tomar distancia, respirar profundo y ser el vínculo principal de cuidado y seguridad que necesita.
Se necesita una aldea para criar a un niño
Lo positivo de esto es que no estás solo/a. Un bebé puede tener más de una figura principal de cuidado y establecer relaciones de apego con más de una persona. En torno a nuestro hijo/a debe haber múltiples personas que proporcionen interacciones y vínculos positivos. Esto nos ayudará a recurrir a las redes de apoyo que podamos formar, y así estar disponibles para entregar lo que nuestro bebé necesita, a su vez le otorgará al niño/a la oportunidad de experimentar más vínculos cariñosos y atentos de cuidado.
¿Calidad o cantidad de cuidados?
Mi respuesta siempre será ambos. Debo ser capaz de involucrarme como pueda, dentro de mi realidad familiar, en los cuidados básicos y momentos del niño/a, pero también debo cuidar la forma y el clima emocional que rodea estos momentos.
Es diferente amamantar a un niño mirando mi teléfono que mirándolo a los ojos, independiente de si es leche de fórmula o de pecho. El apego no se remonta a un único momento o a un logro concreto. Se construye todos los días, con más fuerza en los primeros tres años de vida.
Nuestra intuición siempre debe ser nuestra brújula en la crianza, y con ella mirar lo que la ciencia y la psicología nos viene a enseñar. Debo buscar lo mejor para mi hijo/a, para mi como cuidador/a y para mi familia. A veces ser cuidadores parece una tarea casi imposible, pero tal como decía el famoso psicoanalista y pionero en crianza, Donald Winnicott: “Nuestros hijos/as no nos necesitan perfectos/as, solo necesitan que seamos suficientemente buenas/os”.
María Jesús Zabala
Psicóloga infantil
Coordinadora de Comunidad Colegio CREE Cerro Navia