Terrores Nocturnos en Niños: Guía para Padres y Cuidadores

Sep 5, 2024

Bebé ·

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Los terrores nocturnos son un trastorno del sueño que afecta a algunos niños, causando episodios de miedo intenso durante la noche. Este fenómeno puede ser desconcertante y angustiante tanto para los niños como para los padres y cuidadores que buscan formas de aliviar el miedo y mejorar la calidad del sueño. En esta guía, exploraremos las causas, síntomas y estrategias efectivas para manejar los terrores nocturnos, proporcionando a los padres y cuidadores las herramientas necesarias para ayudar a sus hijos a superar estos episodios nocturnos.

¿Cómo se define un terror nocturno?

Un terror nocturno es un trastorno del sueño caracterizado por episodios de miedo intenso que ocurren durante el sueño profundo, típicamente en las primeras horas de la noche. A diferencia de las pesadillas, que ocurren durante el sueño REM (Rapid Eye Movement), los terrores nocturnos se producen durante el sueño no REM, específicamente en la etapa de sueño profundo conocida como N3 o sueño de ondas lentas.

Durante un episodio de terror nocturno, el niño puede gritar, llorar, sudar, agitarse o incluso levantarse de la cama y moverse. Estos episodios suelen durar unos pocos minutos, pero pueden extenderse hasta 30 minutos. A menudo, el niño no recuerda el episodio al despertar por la mañana y no puede ser consolado fácilmente mientras está ocurriendo.

Los terrores nocturnos son más comunes en niños pequeños, generalmente entre los 3 y 12 años, y suelen disminuir con la edad. Aunque pueden ser perturbadores para quienes los presencian, no suelen tener consecuencias graves a largo plazo y rara vez indican un problema psicológico subyacente. Sin embargo, si los episodios son muy frecuentes o severos, puede ser útil consultar a un profesional de la salud para una evaluación más detallada y recomendaciones de tratamiento.

¿Cuáles son los síntomas de los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos se caracterizan por una serie de síntomas distintivos que ocurren durante el sueño profundo. Estos síntomas incluyen:

1. Despertar repentino y violento: El niño puede despertar bruscamente, a menudo con gritos o llanto intenso.

2. Agitación física: El niño puede moverse mucho, patear, golpear o incluso levantarse de la cama y caminar, como si estuviera en pánico.

3. Apariencia de miedo extremo: Durante un episodio, el niño puede mostrar una expresión facial de terror, con ojos muy abiertos y pupilas dilatadas.

4. Sudoración y respiración rápida: A menudo, el niño suda profusamente y su respiración y ritmo cardíaco se aceleran.

5. Incapacidad para ser consolado: Durante el episodio, el niño generalmente no responde a los intentos de consuelo y puede estar confuso o desorientado.

6. Incoherencia: El niño puede hablar de manera incoherente o gritar frases que no tienen sentido.

7. No recuerda el episodio: Al despertar por la mañana, el niño generalmente no tiene recuerdo del episodio o solo tiene una vaga impresión de lo sucedido.

8. Duración breve:: Los episodios de terrores nocturnos suelen durar entre unos pocos minutos y hasta 30 minutos, después de los cuales el niño vuelve a dormir normalmente.

9. Ocurrencia en las primeras horas del sueño: Los terrores nocturnos suelen ocurrir en las primeras horas de la noche, durante el sueño profundo.

Estos síntomas pueden ser alarmantes para los padres y cuidadores, pero es importante recordar que los terrores nocturnos no son peligrosos en sí mismos y generalmente disminuyen con la edad.

¿Qué hacer cuando un niño presenta terrores nocturnos?

Cuando un niño presenta terrores nocturnos, es importante manejar la situación de manera calmada y efectiva para minimizar el impacto en el niño y en el resto de la familia. Aquí hay algunas recomendaciones sobre qué hacer:

1. Mantener la calma: Los terrores nocturnos pueden ser angustiosos para los padres, pero es importante mantener la calma. Esto ayudará a no agravar la situación y a proporcionar un ambiente más seguro para el niño.

2. No despertar al niño: Despertar al niño durante un episodio puede aumentar su confusión y agitación. En lugar de eso, espera a que el episodio pase, ya que generalmente dura unos pocos minutos.

3. Asegurar la seguridad del niño: Asegúrate de que el niño no se lastime. Si el niño se levanta de la cama o se agita, guíalo suavemente de regreso a la cama. Retira cualquier objeto peligroso cerca del área de sueño.

4. Ofrecer consuelo después del episodio: Una vez que el episodio haya terminado y el niño esté tranquilo, puedes ofrecerle consuelo y apoyo. No es necesario hablar del episodio a menos que el niño lo mencione.

5. Establecer una rutina de sueño regular: Un horario de sueño consistente puede ayudar a reducir la frecuencia de los terrores nocturnos. Asegúrate de que el niño duerma suficiente tiempo cada noche.

6. Crear un ambiente de sueño tranquilo: Asegúrate de que el entorno donde duerme el niño sea tranquilo, oscuro y cómodo. Evita actividades estimulantes antes de acostarse, como el uso de dispositivos electrónicos o juegos activos.

7. Identificar y reducir el estrés: El estrés y la ansiedad pueden contribuir a los terrores nocturnos. Identifica posibles fuentes de estrés en la vida del niño y trabaja en reducirlas o manejarlas efectivamente.

8. Consultar a un profesional de la salud: Si los terrores nocturnos son frecuentes, severos, o causan mucha preocupación, es recomendable consultar a un pediatra o a un especialista en trastornos del sueño. Ellos pueden proporcionar orientación adicional y, si es necesario, realizar una evaluación más detallada.

Implementar estas estrategias puede ayudar a manejar los terrores nocturnos y mejorar la calidad del sueño tanto del niño como de la familia.

¿Cuándo debo preocuparme por un terror nocturno?

Los terrores nocturnos son generalmente inofensivos y tienden a disminuir con el tiempo. Sin embargo, hay ciertas situaciones en las que es aconsejable buscar la ayuda de un profesional de la salud.

Debes preocuparte y considerar consultar a un médico o especialista en sueño si los episodios son muy frecuentes, es decir, si ocurren varias veces a la semana y afectan significativamente la calidad de vida del niño o de la familia. También es motivo de preocupación si los episodios duran mucho tiempo, más de 30 minutos, o si se presentan con una frecuencia inusual.

Es importante buscar ayuda si el niño se lastima a sí mismo o corre el riesgo de hacerlo durante un episodio, como caerse de la cama, chocar contra objetos o salir de la casa. Además, si el niño muestra signos de somnolencia diurna excesiva, dificultad para concentrarse, cambios de comportamiento o bajo rendimiento escolar debido a la interrupción del sueño, es recomendable consultar a un profesional.

Si los terrores nocturnos comienzan de manera repentina y en una edad inusual, como en adolescentes o adultos, o si se presentan otros síntomas preocupantes junto con los terrores nocturnos, como convulsiones, respiración irregular o episodios que se asemejan a otro tipo de trastornos del sueño, es fundamental buscar una evaluación médica.

Finalmente, si los terrores nocturnos generan una angustia significativa en el niño o en los miembros de la familia, afectando la dinámica familiar y el bienestar emocional, es importante consultar a un profesional. En estos casos, un pediatra, psicólogo infantil o especialista en trastornos del sueño puede realizar una evaluación completa, descartar otras posibles causas subyacentes y recomendar intervenciones adecuadas para manejar los terrores nocturnos de manera efectiva.

¿Qué puedo hacer para ayudar a un niño con terror nocturno?

El tratamiento de los terrores nocturnos generalmente se centra en manejar y reducir la frecuencia de los episodios, así como en crear un ambiente seguro y calmado para el niño. Aquí hay algunas estrategias y enfoques comunes:

1. Establecer una rutina de sueño regular: Mantener una rutina de sueño consistente y regular puede ayudar a reducir la frecuencia de los terrores nocturnos. Asegúrate de que el niño tenga un horario fijo para acostarse y despertarse, y que duerma lo suficiente cada noche.

2. Crear un ambiente de sueño tranquilo: Asegúrate de que el entorno de sueño del niño sea tranquilo, oscuro y cómodo. Evita el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir y establece un ritual de relajación antes de acostarse, como leer un libro o escuchar música suave.

3. Reducir el estrés y la ansiedad: El estrés y la ansiedad pueden contribuir a los terrores nocturnos. Identifica posibles fuentes de estrés en la vida del niño y trabaja en reducirlas o manejarlas de manera efectiva. Técnicas de relajación y actividades calmantes antes de dormir pueden ser útiles.

4. Despertar programado: En algunos casos, puede ser útil despertar al niño brevemente unos 15-30 minutos antes de la hora en que suelen ocurrir los terrores nocturnos. Esto puede ayudar a interrumpir el ciclo de sueño que conduce a los episodios.

5. Asegurar la seguridad del niño: Durante los episodios, asegúrate de que el niño no se lastime. Retira objetos peligrosos del área de sueño y, si es necesario, coloca barreras de seguridad en la cama para evitar caídas.

6. Evitar la privación de sueño: La falta de sueño puede aumentar la probabilidad de terrores nocturnos. Asegúrate de que el niño duerma lo suficiente cada noche.

7. Consultar a un profesional de la salud: Si los terrores nocturnos son muy frecuentes, severos o causan mucha preocupación, es recomendable consultar a un pediatra o a un especialista en trastornos del sueño. Ellos pueden realizar una evaluación más detallada y recomendar intervenciones específicas, como terapia cognitivo-conductual o, en casos raros, medicamentos.

8. Educación y apoyo a los padres: Los padres deben recibir educación sobre los terrores nocturnos y cómo manejarlos de manera efectiva. El apoyo emocional y la comprensión de que estos episodios suelen ser temporales y disminuirán con el tiempo son cruciales.

¿A qué especialista puedo recurrir para tratar los terrores nocturnos?

Para tratar los terrores nocturnos, puedes recurrir a varios tipos de especialistas dependiendo de la naturaleza y gravedad de los episodios. Aquí te menciono algunos de los especialistas que pueden ayudarte:

1. Pediatra: Es el primer punto de contacto para cualquier problema de salud en niños. Un pediatra puede evaluar los síntomas del niño, descartar otras posibles causas y proporcionar orientación inicial sobre cómo manejar los terrores nocturnos.

2. Especialista en Trastornos del Sueño (Somnólogo): Un somnólogo es un médico especializado en trastornos del sueño. Puede realizar una evaluación más detallada, que podría incluir un estudio del sueño (polisomnografía) si se considera necesario, y ofrecer tratamientos específicos para los terrores nocturnos.

3. Psiquiatra Infantil: Si los terrores nocturnos están asociados con problemas emocionales o de comportamiento, un psiquiatra infantil puede ayudar a identificar y tratar cualquier trastorno subyacente, como ansiedad o estrés.

4. Psicólogo Infantil: Un psicólogo puede trabajar con el niño para abordar cualquier estrés o ansiedad que pueda estar contribuyendo a los terrores nocturnos. También puede enseñar técnicas de relajación y otras estrategias para mejorar la calidad del sueño.

5. Neuropediatra: En casos más raros, si hay preocupación de que los terrores nocturnos sean síntoma de un problema neurológico subyacente, un neuropediatra puede realizar una evaluación detallada del sistema nervioso del niño.

Recurrir a estos especialistas puede proporcionar una evaluación completa y un enfoque de tratamiento integral para los terrores nocturnos de tu hijo. Es importante comenzar con una consulta con el pediatra, quien puede derivarte al especialista adecuado según sea necesario.

En resumen

Mantén la calma y asegura un entorno seguro y tranquilo para tu hijo durante los episodios de terrores nocturnos. No intentes despertarlo, ya que esto puede aumentar su agitación. En su lugar, espera a que el episodio pase mientras te aseguras de que no se lastime. Una rutina de sueño regular y técnicas de relajación antes de acostarse pueden ayudar a reducir la frecuencia de estos episodios.

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