La llegada de nuestro bebé a casa significa noches de poco sueño y largos períodos de cuidado constante. Ante este desafío, es natural buscar cualquier solución que prometa un poco de descanso, y una opción que como madres encontramos reconfortante es dejar que nuestro bebe duerma en nuestro pecho.
Aunque muchas personas pueden cuestionar esta práctica, hay también varias razones que nos confirman que no hay nada de malo con esta práctica. Algunas de ellas son:
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Fomenta el vínculo y la seguridad:
El contacto piel con piel entre un bebé y su madre es fundamental para establecer un vínculo emocional sólido y fomentar la sensación de seguridad de nuestro bebé. Otra forma de hacer esto es con el fular.
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Regula el ritmo cardíaco y la respiración:
La cercanía física con la madre durante el sueño ayuda a regular el ritmo cardíaco y la respiración del bebé. Al estar en contacto directo con nuestro pecho, puede sentir los latidos del corazón y escuchar el ritmo de la respiración, lo que tiene un efecto calmante y tranquilizador.
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Facilita la lactancia materna:
Para las madres que amamantan, dormir con su bebé en el pecho puede facilitar la lactancia materna durante la noche. Al estar tan cerca, el bebé se despierta con más facilidad para alimentarse y volver a dormir, lo que promueve una lactancia exitosa y establecer un buen suministro de leche.
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Proporciona confort en caso de enfermedad o angustia:
En momentos de enfermedad o angustia, el contacto cercano con nuestro bebé puede proporcionar un consuelo invaluable para él. Dormir en nuestro pecho le ofrece al bebé un lugar seguro y reconfortante donde encontrar consuelo y seguridad durante períodos de malestar.