Agda Pereira Perrot, Neurociencias del Sueño Infantil Co-fundadora de Mamá Segura The Happiest Baby Educador (EUA), especialista en Sueño Materno Infantil Instituto Assessoria Mamãe (Brasil), CAPPE – Canadian Parental and Professional Education (Canada) y docente Sociedad Chilena de Pediatría
Los patrones de sueño cambian con la edad y el desarrollo humano. El sueño siempre trae consigo un montón de preguntas: despertares nocturnos, siestas durante el día, dormir mucho o poco, la mamá que no duerme, dormir y despertarse cada hora… ¡Es mucho!
El sueño y el desarrollo tienen una relación muy estrecha, ¿lo sabías?
Dormir bien es muy importante para el desarrollo del bebé, pero el sueño del bebé es diferente del sueño del adulto. Las características y necesidades de sueño de un recién nacido pasan por muchos cambios hasta que se consolidan alrededor de la pubertad.
Existe una media de horas de sueño para cada edad, pero se deben tomar sólo como una referencia y no como norma*:
– Recién nacidos (hasta 3 meses): entre 14 y 17
– Bebés (entre 4 y 11 meses): entre 12 y 15
– Bebés (entre 1 año y 2 años): entre 11 y 14
– Niños pequeños (3 – 5 años): entre 10 y 13
– Niños (de 6 a 13 años): entre 9 y 11
*Fuente: National Sleep Foundation
En los primeros meses de vida, el ritmo sueño-vigilia del bebé pasa por un proceso de maduración y a partir de los 6 meses ya se observa una reducción de los despertares, un aumento del tiempo de sueño nocturno y un patrón de sueño más predecible. A partir de esta etapa, los factores ambientales comienzan a interferir en la consolidación de los hábitos de sueño del bebé, dando lugar a un sueño fragmentado o dependiente de las intervenciones de sus cuidadores. Es en este escenario cuando la privación de sueño pasa a primer plano como problema de salud familiar.
En los procesos terapéuticos, se observa que el insomnio infantil impacta fuertemente en la familia: los cuidadores privados de sueño se vuelven incapaces de organizar adecuadamente su rutina, sus hábitos y satisfacer las necesidades de ajuste emocional de sus hijos. El resultado: ser más propensos a la depresión, el cansancio excesivo, la irritabilidad, la dificultad de concentración y la ansiedad.
Incluso teniendo en cuenta las características evolutivas y naturales del sueño, es importante tener claro que los padres, madres (o cuidadores) son los responsables de realizar los ajustes necesarios para garantizar el descanso familiar en función de cada etapa del desarrollo del niño. Armar este rompecabezas requerirá una visión integrada del desarrollo del niño.