El debate sobre si dejar a nuestro bebé llorar hasta dormirse o no, ha sido objeto de controversia durante mucho tiempo. Algunos especialistas promueven técnicas donde van moderando y controlando el tiempo de llanto. Sin embargo, las últimas investigaciones se han volcado a rechazar estas técnicas ya que aumentan los niveles de cortisol (la hormona del estrés), de nuestro bebé y afectan al apego.
Es probable que pasar una buena noche sin llantos de nuestro bebé está muy arriba en nuestra lista de prioridades. Sin embargo, cada vez son más los especialistas y los estudios científicos que sugieren no ocupar técnicas de sueño como el “cry it out”, que consiste en dejarlo llorar hasta que se duerma o “llanto controlado”, que es ir monitoreando los llantos y revisando a nuestro bebé cada cierto tiempo.
¿Por qué no se recomienda?
- Efectos en el bienestar emocional y en la vinculación
Estudios científicos han demostrado que la respuesta a las necesidades emocionales de los bebés tienen un impacto significativo en su desarrollo emocional y en la calidad de la relación que establecen con sus cuidadores.
Dejarlo llorar hasta dormirse puede generar un sentimiento de abandono y ansiedad en él, lo que puede afectar negativamente su salud emocional a largo plazo. Un estudio publicado en «Developmental Psychology» en 2016 menciona que la respuesta sensible y rápida a las necesidades de un bebé durante el primer año de vida se asocia con un apego más seguro y una mayor confianza en los cuidadores.
- Efectos en la calidad del sueño
La práctica de dejar llorar puede no solo afectar su bienestar emocional sino también su calidad de sueño. Aunque algunos defensores de esta práctica argumentan que ayuda a que se duerma más rápido y que aprenda a dormir sin intervención, la ciencia sugiere lo contrario.
Un estudio publicado en «Infant Mental Health Journal» en 2012 reveló que dejar a los bebés llorar hasta dormirse provocaba una mayor producción de cortisol, la hormona del estrés, lo que indica que la práctica puede causar estrés y afectar negativamente la calidad de sueño.
- Consecuencias a largo plazo
Además de los efectos inmediatos puede tener consecuencias a largo plazo. Un estudio longitudinal realizado por el Instituto de Aprendizaje y Ciencias Cerebrales de la Universidad de Washington reveló que los niños que habían experimentado una respuesta poco sensible a sus necesidades en la infancia mostraban mayores niveles de ansiedad y depresión en la adolescencia.
¿Qué podemos hacer?
– Responder de manera rápida a sus señales de incomodidad. Por ejemplo: atender su llanto, acompañarlo un rato si está inquieto, dejarle chupetes en la cuna para que si se le cae el que tiene puesto, pueda encontrar otro rápidamente.
– Establecer rutinas de sueño. Esto puede ser bañarlo o leerle un cuento antes de dormir, para ir preparándolo y que sea capaz de anticipar que se acerca la hora de dormir.
– Si sienten que no pueden solos, siempre pueden consultar con un especialista y/o coach de sueño infantil.
Recordemos que el llanto es la única forma que nuestro bebé tiene para hacernos saber que nos necesita. No acudir a ese llamado puede tener fuertes repercusiones.