Con este relato no busco ser pesimista ni quejarme. Es solo una corriente de conciencia de una madre primeriza un poco sobrepasada. Y si lo escribo es para que más mamás vean que no están solas en este camino que a veces se pone cuesta arriba.
Cuando me quedé embarazada lloré. Llevaba 6 meses en mi pega nueva, me sentí mal. “Te juro que no fue planeado”, le dije a mi jefa cuando le conté. Ella fue cálida y empática.
Tuve a mi guagua y perdí mi identidad. Amo a mi guagua, pero no sabía quién era yo, echaba de menos mi independencia y mi tiempo.
Volví a trabajar. ¿Era lo correcto? ¿Pero cómo dejas a tu guagua todo el día en el jardín? ¿Por qué no volviste a trabajar antes? Has estado 1 año sin hacer nada. ¿Por qué no te cambias de trabajo? ¿Y si mejor contratas a alguien para que lo cuide? ¿Y con qué plata?
Confiaba que volver a trabajar sería lo mejor para mi y para mi guagua. Pero compatibilizar la maternidad y el trabajo no es fácil. Constantemente siento una presión por compatibilizar ambas. Una vez escuché una frase que decía algo así: la sociedad exige que trabajes como si no tuvieras hijos yque seas madre como si no trabajaras.
Pero el problema no es solo ese. Es que no somos solo madres y trabajadoras. También somos pareja, amigas, personas con hobbies, hijas, hermanas, etc.
¿Cómo vuelvo a sentirme a gusto con mi cuerpo si no tengo momento para hacer deporte y solo como por angustia y estrés?
En mi trabajo me “ayudan”, tengo que sentirme afortunada y agradecida. Me dejan teletrabajar cuando mi hijo se enferma. Porque de lo contrario, ¿qué hago con él cuando se siente mal y no puede ir al jardín?
Se me exige que siga trabajando tanto e igual de bien que antes. Estuve 1 año afuera, me digo a mi misma que tengo que demostrar que merezco este trabajo, que mi carrera profesional no se estancó tanto.
“Te castigaron por ser mamá”, me dijo una colega. Nunca lo había pensado. Ese día supe que todos los años el sueldo sube $100.000 en mi trabajo, pero a mi no me subió. Una parte de mi dice está bien, si al final no trabajé ese año, estuve de post natal. La otra parte de mi tiene pena y rabia, porque me doy cuenta que haber sido mamá sí marcó una diferencia con el resto. ¿Podré ponerme al día alguna vez?
Pareciera que siempre tendré que elegir y el discurso que me dijeron de “puedes ser madre y profesional exitosa”, no era real. Porque no es solo eso, es renunciar a algo y tener que elegir qué sacrificar porque al menos hoy no puedo ser una madre presente y trabajar al ritmo que me piden. No puedo ser pareja, no puedo tener tiempo para mis amistades, para mi y para mi salud.
Porque el discurso de la maternidad de que somos “superwoman» y que todo lo podemos y todo lo entregamos, tiene una letra chica de que eso es a costa nuestra.
Anónimo.