Cuando hablamos de lactancia materna, solemos pensar en la clásica leche blanca. Pero desde el primero hasta el último día de lactancia, la leche no es igual, el cuerpo es tan sabio que va cambiando su composición a medida que el bebé crece. Y todo comienza con el calostro.
¿Qué es el calostro?
Es la primera leche que genera la madre. Suele llamársele “oro líquido” porque es amarilla y sus propiedades son extremadamente nutritivas. Se produce durante los primeros 3 o 4 días y en muy bajas cantidades, ya que el tamaño del estómago de los bebés es muy pequeño y por el momento no necesitan más.
Su color amarillo característico se debe principalmente a los carotenoides y a la vitamina A.
Propiedades del calostro:
- Protege contra las infecciones y ayuda a que el bebé comience a combatirlas por sí mismo ahora que ya no tiene la protección del útero materno.
- Ayuda a la función intestinal ya que tiene componentes que generan la mucosa y bacterias necesarias para su correcto funcionamiento.
- Además activa su sistema digestivo para que inicie el proceso de defecación (evitando así que contraiga ictericia).
- Contiene todas las vitaminas, minerales y nutrientes necesarios para que se desarrolle de la mejor manera posible.
¿Qué viene después del calostro?
Luego de estos días en que tu cuerpo produce calostro, viene la tan conocida “subida de la leche”. Aquí es cuando tus pechos se pondrán más firmes o duros, y notarás como se llenan entre una toma y otra.
Comenzarás entonces a producir una leche de transición, que es más blanca y de textura más cremosa. El cuerpo humano es tan sabio, que va adaptando los nutrientes y su cantidad a las necesidades nutricionales y al desarrollo de tu bebé, es por eso que se le llama una leche de transición.
Al rededor del mes de vida de tu bebé, la leche materna ya estará establecida y no tendrá muchos más cambios.