En los primeros dos años de vida, la mayoría de los niños tendrá cerca de 10 resfriados. El resfrío es una infección viral de la nariz y garganta muy común en niños pequeños, por lo que debemos amigarnos con él y entender cómo intentar prevenirlo, identificarlo y tratarlo.
Los resfriados e infecciones de las vías respiratorias altas son más comunes que cualquier otra enfermedad en los primeros años de vida. Afortunadamente, la mayoría desaparece solo y no provoca consecuencias graves en la salud del bebé.
La congestión y el goteo nasal son los principales indicadores de un resfrío. El tratamiento para el resfrío común en infantes supone el alivio de los síntomas; mimar y cuidar al bebé también es clave.
La congestión nasal en niños pequeños
La congestión nasal se trata de una percepción de obstrucción o una reducción del flujo de aire que entra por las fosas nasales. Esto se produce cuando los tejidos que recubren la nariz se inflaman, lo que origina una obstrucción que impide respirar con facilidad y dificulta la eliminación del moco.
Hasta los seis meses de edad, los bebés no son capaces de respirar por la boca dada la inmadurez de su sistema respiratorio. Por lo tanto, es muy importante mantener despejada la nariz para que no tenga problemas para respirar correctamente ni causarle dificultades para dormir o alimentarse.
Las fosas nasales de los bebés tienen un diámetro menor que las de un adulto. Además, la mucosa nasal tiene pocos vasos sanguíneos y no son capaces de entibiar, humedecer o filtrar con eficacia el aire que respiran.
La congestión nasal surge por diversas razones:
- Infección de las vías respiratorias altas (resfriado o gripe).
- Cambios bruscos de temperatura.
- Ambientes secos (calefacción encendida).
- Inhalación de sustancias irritantes.
- Contaminación ambiental o humo por tabaco.
Síntomas de un resfriado
Los resfriados están causados por un virus y son muy contagiosos: se transmiten por el contacto directo con personas o superficies contaminadas. Empiezan con una congestión y mucosidad nasal, y puede estar acompañado de estornudos, tos, fiebre leve y dolor de garganta.
Para los bebés pueden ser síntomas muy incómodos y molestos, especialmente porque no consiguen eliminar la mucosidad por la nariz cuando lo desean.
Algunos síntomas comunes de un resfriado en niños son:
- Secreción nasal: transparente, luego espesa y con color amarillo o verde.
- Estornudos.
- Fiebre leve: especialmente en la noche.
- Disminución del apetito.
- Dificultad para tragar, dolor e inflamación de garganta.
- Tos.
- Dificultad para dormir.
- Problemas para amamantar debido a la congestión nasal.
- Irritabilidad y llanto.
Los síntomas deberían desaparecer después de siete a diez días.
Prevención y tratamiento
La mejor prevención contra los resfriados en bebés es mantenerlos lejos de personas enfermas y lugares públicos, especialmente durante el invierno cuando hay mayor circulación de virus.
Es muy importante enseñarles desde pequeños a lavarse las manos con agua y jabón constantemente, sobre todo si el niño acude a una guardería, jardín o colegio. Además, la mejor manera de proteger a tu bebé es con la lactancia materna, así le pasas tus anticuerpos.
No hay cura para un resfriado común, pero sí se pueden realizar ciertas prácticas para aliviar los síntomas y cuidar el resfriado para que no empeore ni escale.
El objetivo es que el niño se sienta cómodo. Para esto es fundamental que descanse lo suficiente y beba muchos líquidos.
Para la congestión nasal, uno de los síntomas más molestos para los pequeños que aún no son capaces de sonarse la nariz, se recomienda utilizar un aspirador nasal. Utilízalo antes de las comidas y antes de irse a dormir, principalmente. Es especialmente efectivo en bebés menores de 6 meses.
Una buena aireación nasal favorece no solo una adecuada respiración del bebé, sino que también mejora su sueño y descanso, alimentación, audición y desarrollo del habla.
Cuándo preocuparse
Si el bebé tiene tres meses o menos, acudir al pediatra a la primera señal de resfriado, ya que cuando un bebé es muy pequeño, los resfriados pueden escalar rápidamente a una enfermedad más seria como bronquiolitis o neumonía.
Si se trata de un bebé de más de tres meses de edad, se debe acudir al pediatra si se presentan los siguientes síntomas:
- El niño tiene dificultades para respirar o respira muy rápido.
- Sus labios o uñas toman un color azulado.
- Presenta mucosa nasal por más de 10 días.
- La tos no desaparece en una semana.
- Siente dolor en el oído.
- Tiene temperatura alta (más de 38,9ºC).
- Está excesivamente somnoliento.
En la mayoría de los casos, los resfriados no son preocupantes y desaparecen en una semana aproximadamente. Observa sus síntomas y mejoras, y consulta a un pediatra si crees que es necesario.