Los primeros años son clave para el desarrollo social, formación de autoestima y de relaciones saludables. Hay etapas en que los niños pasan por un momento complicado en cuanto a la relación con sus pares. Como padres, podemos ayudarlos a mejorar y aprender a tener interacciones positivas.
Los niños pequeños suelen tener un pensamiento egocéntrico y su contacto social se centra en buscar reacciones en los otros niños, provocando muchas veces situaciones problemáticas.
Podemos aprovechar estos momentos como una oportunidad para enseñarles y ayudarlos a conllevar conflictos y desarrollar su sociabilización.
Interacción social
La competencia social son las capacidades que poseen los niños para desarrollar relaciones positivas con otras personas. El desarrollo integral está influenciado directamente por sus capacidades de establecer y mantener relaciones estrechas, consistentes y positivas con otros.
Es un aspecto multifacético que incluye habilidades como la regulación de sus propias emociones, la comunicación efectiva, la empatía y la capacidad de solucionar problemas y conflictos.
Por su parte, jugar con otros niños les ofrece formas socialmente aceptables de competir entre ellos, gastar energía, desarrollar su sociabilización y descargarse. En comparación con deportes o entretenimientos estructurados, cuando los niños juegan buscan sus propios modos de resolver sus disputas y crean sus propias reglas.
En sus relaciones con otros niños, construyen también su autoestima y forman opiniones de sí mismos. Les ayuda a ser más independientes, saber cuándo ceder y cuándo permanecer firmes.
Los niños según su edad tienen ciertos comportamientos en cuanto a lo social que son comunes:
- 9-14 meses: los niños empiezan a interesarse por otros niños como ellos. Al año empiezan a relacionarse con otros de su edad: se miran, sonríen y tocan la mano y cara.
- 1,5 años: ahora empiezan a jugar con otros niños, no solo a explorar. Se ofrecen juguetes, se imitan, emiten sonidos similares, entre otras interacciones. Son capaces y desarrollan aún más la habilidad de comprender una situación y reconocer la finalidad de una actividad, no depender de sus cuidadores para jugar o interactuar.
- 2 años: los niños de esta misma edad juegan tranquilos, pero es una etapa en la que esto empieza a cambiar. De pronto se están tirando los juguetes a la cabeza y peleando por un autito. Les entusiasma ver el impacto de sus actos, es una manera de descubrir el mundo y a las personas que los rodean. Aún son muy pequeños para darles sermones, lo mejor es desviar la atención de los niños a otra actividad o mediar el juego por un rato.
- 2,5 años: quieren “ayudar” al otro a jugar, advertir, colaborar y compartir (en sus mejores momentos). Evidentemente, esto no es siempre: siguen peleando, quitándose juguetes, gritando y acusando. Lo mejor es que a esa edad, no existe el rencor. Distráelos y seguirán jugando como si nada.
- 3 años: admiran a los niños mayores, los imitan y desean jugar con ellos. No pelean con ellos sino que buscan llamar su atención.
Consejos para apoyar su desarrollo social
Como mencionamos, el desarrollo social del niño tiene factores muy valiosos e importantes que debemos tener en cuenta para que nuestro hijo pueda experimentar un desarrollo social óptimo.
- Usa situaciones de películas o de otras personas para enseñarle a solucionar conflictos y empatizar con el otro en la discusión, desde un punto de vista externo.
- Intenta no usar las palabras “no” y “mal” tan seguido, porque en un minuto perderá el sentido. Explícale y no asumas que cuando pelea lo hace con mala intención.
- Los padres y cuidadores son modelos de referencia: cuida tus propias interacciones con tus pares. Tu forma de relacionarte socialmente será determinante en tu hijo.
- Pon atención a cómo son sus relaciones en el colegio o jardín, o con sus primos. Lo mejor es desde pequeños poder manejar comportamientos que quizás en un futuro podrían ser más graves.
- Escúchalo y respeta su decisión en cuanto a con quién quiere juntarse y con quién no. Ayúdalo a reflexionar sobre las relaciones que quizás no son sanas o si se encuentra con otro niño que lo trata mal. No dejes pasar oportunidades de aprendizaje.